102. Instituciones para el control de la sociedad.
Los poderes reales, para mantener el control de la sociedad en el día a día y mirando al futuro, han restaurado o fabricado unas instituciones sociales que son los contrafuertes sobre los que se soportan sin pensar las relaciones humanas viciadas en las que naufragamos como sociedad.
Algunas de estas instituciones vienen de lejos y sin embargo han resurgido en estas últimas décadas y contra todo pronóstico y sin darles ninguna importancia han tenido una reciprocidad social sin contra, y se han asumido como si fuera cosa espontanea que surgiera naturalmente.
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Las religiones que atraviesan el planeta de este a oeste y de norte a sur haciendo esclavos de un ideario criminal y que en el fondo: entre guerras y llamamientos a la paz, hoy en día ocupan una parte importante de la información general y determinan la moral y las costumbres.
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Los medios de comunicación que son capaces de mentir con mucha credibilidad. Ahora ocupan horas y horas diarias de las personas. Confunden la información con el entretenimiento y llevan idearios filosóficos y políticos degradantes a los rincones de todas las casas.
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El ocio masivo con el que se entretiene y arrebata a la población. En unos héroes de papel se vuelcan sentimientos con los que se pone en evidencia: vanidad, egocentrismo, y un patriotismo difícil de fomentar de otra manera que resultan tan ficticios que suscitan la risa.
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Búsqueda de satisfacciones y emociones artificiales con las que trata el poder de tener al rebaño más o menos controlado. Capitaneadas por el burro guía, en la búsqueda del más difícil todavía, lleva a la sociedad a admirar al más tonto que sale a la calle con una tontería.
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Viajar esta es la repanocha. Visitar lejanos lugares sirve para dejar de ser nacionalistas y odiar la propia aldea. Es la institución con las que se premia a la población que sin duda merece viajar y ver mundo. Una fatalidad para adocenar a la sociedad y mostrar una felicidad aparente.
Todas estas instituciones trasmiten la idea de que todo lo hacemos en el uso de la libertad individual: cada quien siempre escoge lo que más le gusta. Todas esta instituciones impostadas se basan en la libertad de elegir y de obrar, porque son el no va más de la libertad personal.
¿Cómo puede estar todo tan bien pensado para que seamos rebaño?
83. Cuando la sociedad se convierte en tirana.
Se denomina masa y la masa es extremadamente peligrosa.
Vivimos episodios justamente mediatizados en los que con la intención de denunciar o reivindicar ¿quién sabe qué? determinados problemas legales, situaciones sociales o las sentencia judiciales, de manera espontánea, la gente sale a la calle de una manera enfervorizada con consignas tan discutibles y tan exageradas que solamente pueden conformar los elementos para edificar una tiranía a muy corto plazo.
Ninguna de estas manifestaciones es inocente.
Posiblemente tampoco resultarán benéficas en sus logros.
Las consignas están cargadas de simplismo e irracionalidad.
Asusta comprobar la vehemencia de las opiniones que vierten.
Las Leyes, las normas en su inmensidad y estructuras son viejas y quizás con demasiados recovecos. Las leyes y normas son muchas y extensas y a veces complejas e incomprensibles. Casi siempre con las leyes quieren llagar a todos los rincones de los conflictos sociales posibles con gran y severidad y afortunadamente no llegan.
La sociedad jamás quiere entender que la responsable de que las cosas funcionen como funcionan es de la propia sociedad. Cuando la sociedad trata de valorar la ley y con ella hacer su sayo y ser más jueza que los propios jueces nos encontramos con un problema inmediato y garantizado la sociedad se convierte en una tiranía quizás por ignorante y por soberbia y por creer que la unión y la fuerza todo lo pueden.
El conjunto de la sociedad no puede juzgar porque se convierte en una masa tirana imposibilitada. Los tribunales populares de justicia los jurados se emborrachan de profesionalidad y se convierten en ineficaces. Los jueces después de llegar a ser jueces estudiando mucho y alejándose de la realidad pierden una parte del sentido de la realidad y esa falta de realidad los hace también equívocos.
Este sistema de organización política y económica, el sistema del ser ciudadano en el que vivimos, estuvo montado en su día sobre la idea de que el hombre es bueno por naturaleza y que era la misma sociedad la que lo maleaba y en esas estamos en tratar de hacer buena esa idea.
Casi mejor si no nos dedicamos ni hacer leyes ni a juzgar nadie.
82. La Justicia.
La Democracia se define como el gobierno del pueblo.
El Derecho es el conjunto de leyes formuladas por el cuerpo social.
La Justicia es ejercida desde tribunales que se dicen independientes.
Son los tres pilares sobre los que se soportan los estados actuales en los que se pretende que hay una separación de poderes pero que en realidad solamente existe una división de tareas entre los tres poderes dentro de en una organización en la que todo está previsto y con la seguridad de que para lo que no está previsto: existen los medios para preverlos. Estos tres pilares solo sirven en el sistema en el que vivimos puesto que aquí es donde tiene el sentido que se le quiere dar.
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Una manera de organizarse políticamente al amparo de la ley el derecho y democracia que solamente sirve a una parte de la población.
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La autonomía del poder judicial viene determinada por el aparato ideológico que anida en su interior, de la misma cooperación entre quienes portan toga y puñetas y sin duda por los límites que marcan los propios administradores de la justicia al margen del aparato del Estado.
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El aparato judicial está cuarteado por las luchas que se dan en su interior y siempre pensando no en la mejora de los niveles y tiempos de la justicia en general sino en garantizar el control del Estado.
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La Justicia siempre se ha servido, en esa hipotética separación de poderes en la herramienta con la que dar respuestas a esas cuestiones políticas que el poder ejecutivo no quiere atender por incapacidad.
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La legitimidad de la Justicia está cada vez más cuestionada por la población y todos los movimientos de jueces y magistrados son para tratar de recuperar esa legitimidad perdida desde la superioridad que manifiestan y refrendan las leyes, sobre el resto de los mortales.
La Justicia, el derecho, y la democracia que dan forma a un sistema son los terrenos en los que hay que cambiar el mundo. El sistema judicial no puede ser quien garantice la impunidad de los otros poderes.
Hay que hacer ver que existen: otras justicias, otros derechos y otra democracia, y que se han de estructurar desde el punto de vista de la reivindicaciones sociales, las defensas de las minorías, la igualdad de género y la búsqueda de la libertad y responsabilidad de las personas.
76. El castigo.
Una de las pruebas más importantes de la manipulación a la que tenemos sometida nuestra conciencia desde la cuna, unos de los elementos de argamasa en la construcción de nuestra manera de ver y entender las cosas que nos rodean, es la disposición a castigar que tenemos los humanos que hemos sido educados en esta civilización.
Una civilización que al castigo le llaman penitencia.
Si seremos animales que castigamos desde la infancia a los seres que hemos forjado con la menor excusa. Si no castigamos, amenazamos con el castigo poniendo el miedo en su conciencia: el miedo al castigo.
Castigando también perdemos el miedo al castigo que imponemos.
Desde esta propensión a castigar que la tenemos tan interiorizada como comer cuando tenemos hambre, castigamos para convencer a quien sea para que no se vuelva hacer lo que no nos gusta que se haga.
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Y a veces castigamos por castigar a ver qué pasa y se crea un estado de necesidad en el que solamente queda no moverse para nada.
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Y a veces castigamos para recompensar aquellos daños que se ha causado aunque el castigo nada tenga que ver con lo causado.
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Y a veces no castigamos como premio a que se haya hecho algo que no se querían hacer y que sin embargo queríamos que se hiciera.
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Y a veces usamos el castigo sicológico que viene a ser una manera de castigar sin castigo pero que hace más daño y surte más efectos.
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Y a veces aceptamos las penas cuando se nos somete al castigo asumiendo las culpas y entonces es cuando le llamamos penitencia.
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Y a veces cuando consideramos que este castigo es injusto se llega aceptarlo legitimando la autoridad y el estado de orden existente.
Lo cierto es que unos de los pilares sobre los que soportamos la miseria de esta sociedad es el castigo que en realidad es el parapeto tras el que se esconden todos los males sociales sin remisión.
El sistema en lugar de modificar esta realidad en la práctica y en el devenir social, nos lleva a pensar que hace falta un nuevo castigo.
Lo peor que podemos entresacar de esta realidad quizás sea que hayamos construido una sociedad en la que una parte importante de la población ya no responde más que al castigo: palo largo y mano dura.
19. Por qué no somos de derechas.
Lo cierto es que de serie nos fabrican de derechas.
Todo está preparado en el mundo cuando nacemos para que nos calemos de una manera de pensar y tengamos dispuesta la consciencia de tal manera que lo que está así: es así y no puede ser de otra manera.
Modificar el enfoque desde el que nos han educado para ver la realidad, cambiar la manera de analizarla y soñar con hacer de manera diferente las cosas distintas, es un proceso que en las personas puede durar toda la vida y no llegar a conseguirlo por completo. Las mentes se quedan a mitad del camino creyendo que ya han llegado a su destino y de allí ya no quieren pasar ni dejan pasar a las demás voluntades.
¿Qué es ser de derechas…? ¿qué es ser lo que no somos…?
- Ser de derechas es una forma de entender la vida y la relación con los semejantes sin cuestionar cuáles son los resultados que supone.
- Es: mantener las estructuras económicas existentes y relación entre las personas y por tanto: la relación de las personas con el Estado.
- Abonar y conservar vigorosas las viejas raíces de la tradición de los dogmas y de la hipocresía y no permitir que nazcan nuevos retoños.
- Permitir hacer las cosas de tal manera que nada cambie, y si se hace algo para cambiar que sea de forma tal: en la que nada cambie.
- En el fondo ser de derechas es pensar que lo mío es p´amí y que lo tuyo también p`amí y si eso ya te daré algo cuando yo quiera.
- Se es de derechas cuando se desprecia a los pobres, más todavía si se está viviendo en la penuria y sintiendo el orgullo de la pobreza.
- La derecha conlleva la idea de “aquí mando yo” que es la manera de hacer y deshacer sin más cuidados que los de la propia idea
- Hacer que la propia autoridad individual o colectiva es superior a la autoridad de cualquier otra persona o grupo: es ser de derechas.
- La derecha supone tener un bagaje moral e intelectual superior al resto de las personas y más si son de otra nacionalidad credo o raza.
No somos de derechas porque tratamos por todos los medios de arrancar lo que plantaron desde la infancia en nuestras mentes aunque es posible que muchas veces no dejemos de ser de derechas.
Ya, podemos comprobar lo difícil que es NO ser de derechas.
18. Somos de izquierdas o de derechas.
Queremos ser de izquierdas, que no es fácil.
Posiblemente hay tantas izquierdas como personas que se dicen de izquierdas y no es fácil concretar cómo nos sentimos de izquierdas.
Ser de una izquierda consecuente y coherente con nuestra manera de vivir y procurando el futuro de las próximas generaciones.
Una izquierda radical porque busca desde la raíz la solución a los problemas sociales y los soluciones desde el tronco que se arraiga.
Una izquierda revolucionaria desde el punto de vista de que la revolución ha de venir, no por la fuerza de las armas, sino con la derogación de muchas leyes existentes y de la concreción de unas pocas nuevas que incluso se pueden destruir y construir sin llegar al poder.
Ser de izquierdas quizás sea incompatible con esa condición de progresista que se ha sellado en estos tiempos para no tener que asumir aquella condición que avergüenza y por el hecho ser la mejor manera de rechazar los cambios radicales en la sociedad.
Entendemos que el hecho de ejercer del poder y el pragmatismo que exige su ejercicio, nos lleva a pensar que estar en el poder sea condición suficiente para convertirse de derechas. Desde luego que no somos social demócratas que son los únicos que ostentando el poder, se han considerado de izquierdas, y que es el término con el que definen la gran mayoría de los dirigentes políticos y sus bases para no ser nada.
Ser de izquierdas muchas veces representa nada más que querer ser buena persona, sin los adornos de la hipocresía, y dejar de un lado las ambiciones personales de poder y de dinero.
Somos personas que entendemos la austeridad como una forma de vida con la que limitamos muchas necesidades que nos obligar a sentir infinidad de insatisfacciones.
Ser de izquierdas seguramente que solamente significa no poner los derechos propios por encima de ningún otro derecho, ni por debajo.
No somos izquierdistas. Para sentirnos de izquierdas no podemos pretender que se admitan porque sí nuestros dogmas y verdades.
Con estas premisas muchas personas nos creerán de derechas.
Pero en definitiva se nos valorará por nuestros actos.
17. Cuáles son nuestras bases ideológicas.
Los derechos humanos.
Derecho a la vida, derecho a techo, derecho a la comida, derecho a la salud, derecho a la educación, derecho a la salud… en un solo derecho: DERECHO A LA DIGNIDAD.
Compromiso con los más débiles y desfavorecidos.
Compromiso con quienes no tienen más patrimonio que su vida.
Pero seguramente entre unos y otras no habremos alimentado a lo largo de nuestras vidas de algunas corrientes de pensamiento que sin duda también entre ellas se confunden
Radicales: en el sentido más peyorativo del término.
Libertarios: en contraste a la libertad que alientan los liberticidas.
Comunistas: del bien común: el bien de quienes no tienen otro.
Antisistema: de arrancar cadenas y no de añadirles eslabones.
Animalistas: porque los animales también tienen dignidad.
Feministas: el futuro hemos de construirlo en femenino.
Aunque este el ideario en un proceso de construcción no obstante son las bases de la izquierda tradicional marxista y no cabe la menor duda de que nos alimentamos quizás inconscientes de la leyes de la dialéctica materialista que son las que nos ayudan a entender el mundo.
Quizás en las cuestiones organizativas poco leninistas.
Estamos más cerca de la conciencia individual que consciente asume responsabilidades colectivas, una sabiduría que se forma en el tiempo y en las experiencias y a la vez en la capacidad de que algún día podamos llegar a influir en la razón colectiva en nuestro interior y en conjunto de la sociedad, más cerca que de la verticalidad que supone el centralismo democrático.
Defendemos el derecho individual y colectivo a tener los propios horizontes, a la diferencia entre iguales y a la identidad desigualada en todas sus caras y posibilidades. Asumimos la disposición incluso desde la desobediencia a promover la liberación de todas aquellas situaciones y actitudes que conlleven individual y colectivamente la sumisión al estado de cosas establecido entre la coacción y la injusticia.
Somos amigos de la utopía.
De ponernos en marcha a la UTOPÍA.