84. Fallo, error y defecto.

Fallo es un concepto popular que nos sirve para definir y resumir una acción que ha salido mal con independencia de sus más o menos daños o malos resultados, que solamente se ha tratar de repararlos.

El fallo que es muy habitual en las situaciones en las que hay actividad siempre se da de manera imprevisible, esporádica o accidental y viene determinado por muchas circunstancias difíciles de concretar.

A los fallos siempre se les da una importancia que no tienen. Casi todas las decisiones se toman en torno a los fallos cometidos sin pensar que los fallos son imprevisibles y que nunca encontrarán una solución.

 

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Error es un concepto extendido para definir y resumir una acción que realizada con tranquilidad y mesura, con atención y cálculo, no ha salido como se esperaba por circunstancias muy probables de inicio.

El error siempre se comete con premeditación, después de un mínimo de reflexión y antes de que la acción se haya realizado. Antes de que sucediera era de suponer el resultado y era previsible y eludible.

Cuando en realidad los errores cometidos con esa reflexión son inaceptables, sin embargo nunca se tienen en cuenta y si se tiene se dejar correr y casi siempre aporta méritos para quienes los cometen.

 

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Defecto es una manera de señalar una circunstancia existente en un punto en concreto que produce que: muchas veces las acciones que hacemos, aunque sea habituales, se hagan mal.

Cuando existe un defecto, las acciones salen mal tantas veces que se asumen que en lugar de creer que salen mal, se piensa que salen como tienen que salir. Desde esta realidad es imposible valorar su daño.

Los defectos siempre están escondidos. Hay que buscarlos y descubrirlos. Cuando se descubren siempre hay quien lo justifica o les quita importancia. Siempre resulta muy difícil arrancarlos o diluirlos.

 

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Esta es una manera esquemática y sencilla de enfrentarse para su análisis a la infinidad de cosas que hacemos o nos salen mal. Teniendo claros los conceptos que se definen, esta forma de hacer el pensar, ayuda a alcanzar la comprensión de la realidad y sirve para la toma de decisiones y para buscar las alternativas concretas que hay que buscar.

 


81. Aprender a repensar en colores.

Hay muchos hábitos adquiridos a la hora de conformar las ideas y los pensamientos tanto individual como colectivamente y que los hemos asumido sin pararnos a pensar de su validez ni de su efectividad y lo que es peor a quien sirven y convienen y cómo nos sirven y convienen.

La primera falla es el cuestionamiento de lo que es cierto o falso.

Cuando vivimos en una sociedad en la que todo está basado en grandes mentiras establecidas por los poderes constituidos, falsedades propagadas o admitidas por todo el mundo y en todo el mundo, es cuestión es fundamental pararnos un rato a pensar y repensar un poco.

Las cosas pueden se blancas o negras y cuando son así, que son fácil de ver y sean difícil de cuestionar, sin embargo las vemos discutiendo mucho. Diferente es cuando las cosas son grises y pueden ir de claro a oscuro desde la visión subjetiva de la vida que tiene cada cual. Estas realidades cromáticas tienen una importancia que a veces llevan a la irracionalidad por querer ver cada cual el color con su cristal.

Pero todavía andando por la vida hemos de encontrar nuestro color.

A veces ante una cuestión tomamos colores totalmente contrarios y pretendemos hacer un tercero con los que más nos gusta de todos los colores. Esa manera de actuar y de pensar de nada sirve porque en las estructuras de pensamiento si están bien trabadas cada color requiere su color y un color de aquí no sirve para allá si no va pintado con su tinte.

A su vez estas capacidades potencian otras múltiples características propias de la individualidad y diversidad de la persona que no son inocentes y hay muchas fuerzas que tratar de enseñar a pensar con un solo color y conseguimos oscurecer por completo la máquina de pensar.

Hay otro aspecto que hemos de tener en cuentas y es el color de la información a la que tenemos acceso y que en definitiva es con la que pensamos y finalmente repensamos y pintamos nuestro propio color.

Si no pensamos ni repensamos lo que nos hicieron pensar y si alimentamos nuestro intelecto de los colores que se publican sin ser capaces de obviar lo que pintan quienes cobran por colorear si no hacemos nuestra propia opinión vamos a formar parte de un solo color.

Fruto de no repensar es que el color de los esclavos crece sin cesar.

 


70. El respeto a las opiniones.

Dicen que hay que respetar todas las opiniones.

No es cierto.

Es otro mantra que se repite y gana acepciones

Los sistemas jurídicos, y la sociedad en general, reconocen límites a la libertad de expresión que tenazmente se reivindican cuando entra en conflicto con otros valores o derechos de terceras personas.

No obstante en este aspecto no vamos a entrar.

Creemos que debe existir la máxima libertad de decir y discutir cualquier idea o doctrina por inaudita que sea, sin limitación alguna a la libre expresión. Lo tenemos como una cuestión de convicción ética y de principios y aunque algunas formas de expresión pudieran ser prohibidas por ser ofensivas, no hacemos ninguna excepción para que con el propósito de evitar daño a cualquier otro interés pueda haber una barrera tras la que se haya de encerrar la posibilidad de decir.

Pero también creemos que dentro de esa libertad de expresión no viene recogido el derecho al respeto de la opinión que se preste.

Las opiniones no pueden ser siempre respetables y respetadas.

Ser o no ser respetables las opiniones no pueden venir determinado porque haya personas que puedan sentirse ofendidas o por la intensidad de la ofensa, ni porque su expresión pueda tener perjuicios gratuitos al interés general… las opiniones expresadas en libertad serán o no serán respetadas socialmente por: su contenido, sus fundamentos ideológicos, su predisposición, su desarrollo… por la composición de su discurso.

La protección a terceros ante la ofensa que produce una opinión, en realidad []no ofrece protección suficiente frente a los estados de opinión construidos sobre la falsedad y la manipulación que causan daño a la colectividad social en la medida en que esa opinión se propaga.

Desde la idea que mantenemos de que no se pueden respetar determinadas opiniones no significa que hayamos de condenar a quienes las trasmiten, pero sin dudar tampoco le podemos conceder valor general a la premisa de que todas las opiniones son respetables.

No pueden ser respetadas las opiniones que estén basadas en la preponderancia y en la mentira, en el enrevesamiento de la realidad y la falta de verdad y más todavía si son de fácil comprobación.

 


68. La libertad de opinión.

La libertad de expresión es un derecho humano de aquellos que están prescritos en la Declaración Universal de Derechos Humanos.

Las constituciones de los sistemas democráticos también lo señalan.

De la libertad de expresión deriva a la libertad de prensa y en el fondo exalta la libertad de opinión de las personas sobre todas las cosas.

El derecho a la libertad de expresión es definido como el medio necesario para que se abra el mercado de las ideas y que se puedan exponer en su foro. En su tiempo se pensó como el derecho más definitivo de todos los fundamentales de las personas: si no existe la libertad expresión no se pueden defender el resto de los derechos.

La posibilidad de que se enfrente entre sí cuantas opiniones sean posibles y que lo hagan dentro de un espacio de libertad fomenta el avance del conocimiento, de las ideas y de las ciencias pero sobre todo permite la auténtica participación política que solamente se puede ejercer a través de la libertad de expresión en todos sus sentidos.

Ante la posibilidad de ejercicio de la libertad de expresión el primer problema que se crea es cuando en realidad no hay libertad de conciencia sino en el mercado solamente se confrontan conciencias inmutables previamente establecidas. Estas expresiones son las que únicamente aparecen la plaza pública y con el poder mediático que tienen se hacer tan fuertes que no se puede fomentar el contraste con las demás. Todo en un ambiente en el que de hecho se prohíbe claramente.

Esta situación nos muestra una apariencia de libertad de expresión teórica que en la práctica no existe y es difícil de revocar y hace imposible el descubrimiento de la verdad, porque las distintas verdades no pueden competir en el mercado en igualdad de condiciones para que sea posible apreciar si las verdades son verdaderas, falsas, o relativas.

La libertad de expresión además es necesaria en estos tiempos para empujar a los argumentos fuera de sus límites políticamente correctos impuestos en el debate por los poderes públicos y los medios de comunicación, para no llegar a los límites de la vergüenza social.

 

La censura oprime la libertad de expresión.

A veces la libertad de expresión está censurada por quien la ha de disfrutar y utilizar.

 


67. La libertad de conciencia.

 

La libertad de conciencia es un derecho esencial que solamente se puede expresar en el interior de las personas y que se va liberando en la medida en la que van creciendo entre las circunstancias de la vida.

En los inicios de la vida no existe la libertad de conciencia de cada persona. Desde corta edad lo que se va conformando como la propia conciencia es lo que ha inducido la sociedad en la que nacemos y crecemos sin posibilidad de enmienda desde la familia y la escuela.

Así nos encontramos y que en cada lugar del planeta, en cada segmento social en los que se estructura cualquier sociedad, en cada familia de cada extracto social, se traslada a cada persona se labra una conciencia determinada de la que es difícil sustraerse y liberarse.

La conciencia que nos edifica el entorno en el que nacemos abarca el pensamiento, ideología o creencia de cualquier persona que luego desde su propio concepto puede: esquematiza, adoptar, mantener, cambiar posiblemente sin lleva a la práctica esa libertad de conciencia.  La incapacidad a utilizar ese derecho de poder decidir qué es lo que está bien o está mal surge del entorno en el que vivimos y no nos lo permite.

La libertad de conciencia está permanentemente sometida y ceñida por los poderes instituidos, las leyes y las tradiciones que son avaladas por los medios de comunicación y los poderes públicos, quizás por su propia subsistencia, se sirven de la imposición de hábitos y costumbres de cánones que son adaptados y se interiorizan por las propias personas.

Muchas veces no es libertad de conciencia sino sólo conciencia.

Cada persona ha de construir su conciencia en libertad desde su capacidad de pensar hasta alcanzar su concreción propia. Construir desde la información e influencia de otras conciencias, incluso las que son radicalmente contrarias, guardando la capacidad de comprensión y tratando de entender otras maneras de ver qué está bien y qué está mal.

Tener libertad de conciencia es disponerse a romper las cadenas de nuestra educación cuando fuimos manipuladas e influidas. Abrir puertas y ventanas a otras maneras de pensar y de entender la vida en sociedad.

La libertad de conciencia cuando se expresa y defiende ya no es libertad de conciencia sino libertad de expresión.

Las cosas cambian.

 

 


66. Las conciencias.

Estamos hechos de barro. Así consta en el libro más antiguo.

El barro se trabaja con las manos y eso se llama manipular.

Por tanto estamos hechos a la medida que gustaron a unas manos.

Pero esas manos no manipularon nuestros cuerpos sino que fueron nuestras conciencias las que se vieron moldeadas. Entendida nuestra conciencia como el conocimiento que tenemos de nosotras mismas, de la relación que establecemos con las demás personas desde nuestra manera de pensar y de la concepción que tenemos del entorno en el que vivimos con todas sus circunstancias.

La conciencia implica a los varios procesos de comprensión propia afecta a cada persona, conocimiento propio que en realidad se evita en el transcurso de la educación y formación personal a lo largo de la vida y que se sustituye con la aceptación de culpas en la medida que en la realidad no se es como son las demás.

Desde un sentido personal la conciencia es el saber de sí misma, y es el conocimiento que el género humano tiene de su propia existencia y de la consecuencia que tiene en beneficio de su propia conciencia.

La conciencia se aplica a lo ético, a los juicios sobre el bien y el mal de nuestras acciones. Esta conciencia implica que lo que está bien o mal lo estipula la sociedad callada por boca de sus voceros y habilitada por la educación ancestral, las reglas establecidas y las costumbres.

Una persona de conciencia modelo la tiene si se acepta que la tenga.

Y esa manipulación de las conciencias que se establecen de todo tipo consiste esencial y definitivamente en el reconocimiento por parte de cada cual primero personalmente y luego en el conjunto social, de aquello que está bien y de lo que está mal en todos aspectos.

Desde un sentido de la moral colectiva, también podemos hablar de la toma de conciencia social o política, que se puede definir como el conocimiento que tiene una persona, formada y conformada con los demás integrantes de su comunidad que también está manipulada desde la educación, la cultura, la formación y los medios de comunicación.

La formación de la conciencia individual y colectiva para evitar su manipulación exige: saberse barro, y utilizar las propias manos.

 


65. La capacidad de pensar.

Las capacidades intelectuales potenciales de carácter innato de cualquier persona, desde la libertad individual las puede administrar y encaminar por la senda del aprendizaje de acuerdo a su propio criterio.

Aunque es diferente una persona con educación que una que no la tiene que nada más que por esta razón ya puede ver las cosas de otra manera y sabiendo que es diferente la educación de pensar en una persona que tiene un cierta inteligencia con la que no tiene, sin embargo  esto no implica que cada cual tener esa capacidad de pensar, de estructurar pensamientos e ideas.

En un proceso de evaluar el pensamiento de cada cual para mejorarlo necesitamos de unas estructuras básicas de pensamiento y de uan creatividad crítica interior y algunos estándares intelectuales como pudieran ser las respuestas a tantas preguntas como nos procuramos donde aportamos no un contenido para que se aprenda sino una serie de provocaciones intelectuales que exijan parase a pensar.

El pensamiento crítico ejercido con nuestra forma de pensar inducida exige una predisposición a abrir la mente y aprender nuevas composiciones de pensamiento fabricadas con nuestros propios medios.

El pensamiento crítico lo hemos de basar siempre en algo concreto. Nos resultaría imposible aprender a pensar pensando en la nada. Para el ser humano la única manera de aprender es el pensamiento que puede concretar sobre aquellas cosas y situaciones que conoce.

Pensar es algo natural y la capacidad de conformar un pensamiento es más particular y más compleja y quizás haya de tener estos pasos.

 

  • Ha de partir del cuestionamiento de unas preguntas,

  • Búsqueda de información tratar de observar contradicciones.

  • Fabricar conceptos para esquematizar una idea

  • Analizar las implicaciones que tiene la idea en la práctica. 

  • Y construir de esta manera nuestro punto de vista.

Las personas con un pensamiento crítico no pueden con toda la información que reciben en ocasiones. A veces cuanta más información se dispone y participa en la formación de un pensamiento en lugar de ser positiva acaba siendo perjudicial porque lo acaba enredando todo.

 


64. La capacidad de escuchar y entender.

No deja de ser una filosofía de vida.

Hay una realidad fácil de comprobar si se lee esta exposición:

 

  • Cuando hablamos difícilmente llegamos a articular lo que pensamos y solo decimos algo que se parece a lo que queremos decir.

  • Quien nos escucha casi nunca entiende lo que en realidad le hemos dicho. Sus lapsus de concentración borran parte de la escucha.

  • Quien escucha gasta todas sus energías en pensar qué nos va a contestar si tener la prevención de saber qué le hemos dicho.

  • Cuando quien escucha procesa lo que ha escuchado con su inteligencia para darnos respuesta al menos en un tanto malinterpreta lo que le hemos querido decir.

  • Así que difícilmente nadie contesta en sus justos términos lo que le hemos querido decir en un principio y normalmente contesta con lo que tenía preparado antes de escuchar.

  • Cuando escuchamos la respuesta nunca recibimos la totalidad de lo que nos contestan, entre otras razones porque estamos más en seguir con nuestro discurso que en pensar que en lo que nos están objetando.

     

     

  • La mayoría de las veces entendemos aquello que queremos que se nos diga para nuestra satisfacción y si nos dicen lo contrario que queremos oír no somos capaces de llegar a entenderlo.

  • Casi nunca a nada de lo que nos dicen le damos la trascendencia y la importancia que quiere que le demos quien nos lo dice. Por el contrario no queremos entender que cuando nosotros decimos no siempre decimos cosas importantes y transcendentes.

  • Otras muchas veces nos dicen solamente lo que queremos oír para satisfacer nuestro ego y sobre todo para no discutir con nosotras.  Esta es la realidad en la que nos han formado y educado.

Quizás ahora en apariencia se están prescribiendo unas reglas de oro para la discusión y el debate educado en la que la primera premisa es no interrumpir al que habla. Mal empezamos. Es la misma realidad La primera premisa debiera ser escuchar al que habla. La segunda que el que habla procure no se alargue con sus tonterías. A escuchar no nos han enseñado. A callar poco hemos aprendido.