99. La Escuela y el castigo.
La Escuela nos enseña a aceptar, usar y convivir con el castigo.
La escuela, aunque parezca muy lejana, es un campo de disciplina que ayuda a crear a medio largo plazo buenos trabajadores y buenos ciudadanos, un mérito que solamente se reconoce eufemísticamente.
Esta estrategia de educar se vincula a esa otra institución que es la prisión que servirá para quien la escuela y la educación adaptada no sea suficiente. En la escuela desde sus inicios en su quehacer está presente el castigo y prepara para admitir los castigos oficiales con sumisión.
La escuela es un estado permanente de castigo.
Y ese castigo que se instaura en la escuela, también evoluciona de la misma manera que evoluciona la institución y al pairo de cómo corren los tiempos y las necesidades del sistema. Ahora castigar, en ese ámbito disciplinante como son las aulas, no atiende exactamente a una represión determinada sino a la normalización que se da mientras que se van sucediendo en el proceso de la educación:
- La comparación constante de actitudes y aptitudes.
- la diferenciación entre quienes son los que son y quienes no son.
- la jerarquización para quien está más adelante o está detrás.
- la homogeneización cuando se trata de hacer algo en común
- Y la exclusión de quien resulta un problema para el objeto social.
Tan innegable como el origen propenso al castigo y opresivo de la Escuela, es la posibilidad de vislumbrar allí las evoluciones sociales de las formas de castigar que se han desarrollado en el tiempo, hasta el más actual uso de los premios, por esta misma razón.
Desde la Escuela nos queda la posibilidad de que podemos jugar este espacio de educación a futuro en nuestras sociedades para trabajar en la superación de la propensión de nuestra civilización al castigo.
Si la inteligencia siempre se había visto menospreciada y la realidad es que en estos tiempos no aparece por ningún sitio, en buena medida es secuela de la educación de esta escuela instituida que singularmente va desplazando al diferente, una muestra innata de inteligencia en casi todos los casos, máxime cuando la propia inteligencia marca la diferencia y los méritos solamente significan ser diligente y obediente.
89. La Escuela con sus raíces.
A lo largo de la Historia ha habido muchos modelos educativos más o menos formales, públicos o privados, accesibles y reglados, modelos más o menos homogéneos pero que en definitiva ha servido para que desde la niñez cada persona supiera qué lugar ocupaba en la sociedad.
Sin embargo, hay un modelo que se impone en la actualidad: la Escuela que como todos aquellos otros modelos educativos supone un mecanismo de control social y cultural semejante a aquellos anteriores.
La Escuela que conocemos nace de la mano de la industrialización y la necesidad del capitalismo de aquella época de contar con mano de obra cualificada. La nueva situación obligaba a educar niños para que tuvieran los conocimientos necesarios para trabajar en las fábricas y educarlos para el trabajo. Los nuevos tiempos exigían trabajar mucho más y sobre todo mostrar la imagen de la realidad que había que cuidar y encauzar a cada cual desde la infancia por su camino y lugar.
Resultó como consecuencia de este cambió de sistema económico y del entorno social que la educación primaria y secundaria, que antes se realizaba informalmente por las familias o por maestros de ciertos oficios, pasó a manos del Estado que a la vez aprovecha esta educación para servir a dios y construir patria y la historia que la soportara.
No obstante aunque la Escuela como institución haya sido escenario de luchas por las formas de ser y espacio de transformaciones sociales desde sus antecedentes debemos saber que el nacimiento de la escuela se gestó desde principios autoritarios y este rol opresor sigue reproduciéndose inmutable para mantener alimentado el sistema.
La escuela en sus inicios aplicaba métodos lesivos del cuerpo de las manos de los propios maestros. Ahora utiliza otras formas más sutiles como la perversidad de la nota: a la vez premio, castigo y método de etiquetamiento y si es preciso: las marcas en los libros de disciplina, la expulsión y en definitiva el fracaso que marca de por vida.
No obstante la Escuela en el semillero de la sociedad en el que se encuentran: la individualidad en formación, la familia como espacio socializador, y el resto de la sociedad y ha de estar preparada para que germine otra semilla y superemos los estigmas educativos que perduran.